Por: Lic. Félix Santana García
En los últimos meses del año que discurre la República Dominicana se ha visto abatida por una crisis sanitaria sin precedentes causada por la conocida pandemia Covid-19, lo mismo ha sucedido en el resto del mundo con efectos negativos similares para todos los países.
Crisis que ha extendido sus tentáculos a todo el espectro de la cotidianidad dominicana con especial focalización en los sectores de: salud, economía y sus derivados.
Conjuntamente con ese evento global inesperado muchas han sido las acciones que se han tomado a nivel nacional con el propósito primero, evitar se infecte y perezca un sinnúmero de dominicanos a causa de dicha enfermedad y segundo, que colapse la economía.
Durante el desarrollo de la señala enfermedad se han hecho muchos pronósticos a corto, mediano y a largo plazo sobre el comportamiento que exhibirá la economía y las finanzas del país.
Así también se han entretejido distintas opiniones favorables y desfavorables respecto al futuro que les espera a los dominicanos por el impacto de los factores económicos y financieros endógenos y exógenos que siempre influyen en el comportamiento económico, social y político de una nación.
Organismos internacionales, instituciones públicas, privadas, agentes económicos y economistas independientes nacionales han expuesto los más variados análisis acerca del Producto Interno Bruto (PIB) y otros indicadores económicos y demás países del mundo.
En ese sentido, el Banco Mundial (BIRF) al igual que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) informan que el coronavirus es la estocada final para el crecimiento económico de América Latina y el Caribe, que ya venía lastrado por el estallido social de finales de 2019, tal el caso de Chile.
La región cerrará el año 2020 con una caída del PIB de 4,6%, según la proyección del Banco Mundial. La cifra está en la parte alta del rango previsto recientemente por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que prevé un desplome de 1,8% a 5,5%.
Ese desplome dejaría atrás, muy atrás, el retroceso del 2,5% de 1983, en plena crisis de la deuda de América Latina o década perdida y a la Gran Recesión de 2009 causada por la crisis Subprime o financiera- hipotecaria durante la cual el PIB regional apenas retrocedió un 1,9%.
Conforme pronósticos de dichos Organismos Internacionales de financiamiento la República Dominicana y Guyana serán las dos únicas economías latinoamericanas que escaparán de las garras de la recesión.
La nación dominicana, según el Banco Mundial cerrará el año 2020 con un crecimiento nulo de 0% del PIB, el cual ha sido revisado en los últimos días colocándolo ahora en -1.8% del PIB, mientras Guyana crecerá casi un 52% del PIB, cifra completamente desvirtuada por el inicio de operaciones de varios yacimientos petroleros en su territorio.
La alentadora noticia llegará el año que viene en forma de rebote: para 2021 el Banco Mundial espera un crecimiento del 2,6%, la cifra más alta desde 2013, a pesar de que la región está plagada de incertidumbre ya que no se sabe a ciencia cierta cuando se controlará de forma convincente la pandemia.
La crisis económica derivada del coronavirus tiene muchas aristas que la hacen única. Será la primera recesión en siglo y medio desatada íntegramente por una pandemia; la que más ha movilizado a gobiernos (estímulos fiscales) y bancos centrales (compras masivas de deuda; tipos de interés por los suelos).
El Banco Mundial contempla como escenario base que el PIB sufra este año un hundimiento tres veces superior al registrado en 2009, el año más duro de la Gran Recesión. Incluso en el escenario más benigno, según las previsiones publicadas recientemente por la institución, la economía global experimentará en 2020 una recesión el doble de grave.
La agencia de calificación crediticia Fitch Ratings corrigió su estimación sobre la recesión del producto interno bruto (PIB) para 2020 a nivel mundial y sitúa la caída ahora en 4.6% en vez del 3.9% que había previsto a finales de abril.
Fitch espera que el PIB de la eurozona se contraiga un 8%, en vez de un 7%, por caídas «más fuertes de lo esperado» en la actividad de las economías latinoamericanas.
En América Latina, aunque el espacio fiscal es aún más estrecho, el Banco Mundial llama a los Ejecutivos a utilizar todas las herramientas a su alcance para “evitar una crisis financiera” y proteger a los más vulnerables de la sociedad.
No es momento de austeridad. En ese sentido, el multilateral urge a redoblar su apuesta por políticas públicas que apoyen a los más débiles, aquellos que a raíz de los confinamientos ven mermados o, en los casos más extremos, directamente evaporados sus ya de por sí bajas entradas de caja, ampliar la asistencia social lo más rápido posible y su cobertura.
“Se prevé un repunte ‘técnico en el crecimiento del PIB mundial al 5.1 % para el 2021, con un aumento de la producción de Estados Unidos y de la Eurozona de alrededor del 4%, pero es poco probable que se alcancen los niveles anteriores del virus hasta mediados de 2022 en Estados Unidos y significativamente más tarde en Europa. Todo ello a pesar del estímulo político masivo», opina Fitch Ratings.
Por último, la compañía alertó de que un rebrote «agresivo» del virus que obligase a imponer nuevas medidas de contención y confinamiento llevaría a una situación «incluso peor».
«El escenario más pesimista es una caída del PIB en Estados Unidos y Europa del 12 % en 2020 y de más de un 9% a nivel mundial», concluyó la señalada agencia calificadora de riesgo.
Las autoridades dominicanas actuales esperan de manera optimista en un único escenario, cuando debería analizarse en por lo menos tres escenarios, una variación del PIB real dentro del rango -1% a 1% para este año, de recuperarse la economía durante el segundo semestre del año.
Para 2021, la economía estaría volviendo a su ritmo potencial de 5%, conforme informaciones económicas disponibles hasta mediados de mayo 2020, tanto en el plano nacional como en el internacional.
Pronostican una inflación interanual de un 2.5% para cierre de año, y promedio en torno al 2% para el presente año. Las autoridades esperan que, a partir de 2021, el indicador se desplace “hacia su nivel natural del 4%.
Al referirse a la tasa de cambio, las autoridades dominicanas proyectan un promedio de 57.05 pesos por dólar durante 2020, para una depreciación de 11.2%.
Dada la evolución esperada de los precios y el crecimiento real proyectado de la economía, el crecimiento nominal del PIB se estima en 1.5% para el año en curso.
En este punto, explica que la evolución para el resto del año dependerá del comportamiento de los precios del oro y el petróleo a nivel internacional y el volumen de las exportaciones de bienes y servicios.
Se espera que las exportaciones se reduzcan por menor demanda externa; pero también las importaciones no petroleras, por deterioro de la demanda privada en el plano local.
También jugarán un rol relevante en la tasa de cambio el comportamiento de las remesas y los flujos financieros multinacionales, como la inversión extranjera directa.
La nueva administración del Estado dominicano que presidirá el señor Luis Abinader Corona de confirmarse en las urnas las estimaciones de la mayoría de las encuestas, tendrá que mantener los estímulos financieros o de liquidez a través de una mayor flexibilización de las políticas fiscal y monetaria y dependerá de los flujos de dinero por concepto de préstamos y emisiones de deudas de capital a los fines de acentuar mucho más la recuperación de la economía y con ello poco a poco volver a la normalidad que se estima en uno o dos años.
Ahora bien, todo lo que aquí se pronostica de forma optimista dependerá del comportamiento que ha de seguir la pandemia Covid-19 que hoy en día sigue cobrando fuerza como todo un huracán embravecido.
Pidámosle a Dios Todopoderoso para que la pandemia, de lo que todo depende ahora, disminuya sus efectos y que simultáneamente se pueda desarrollar un efectivo antídoto que doblegue el enemigo invisible Covid-19.
Es menester recordar que en economía y finanzas se debe ser más conservador que muy optimista, más aún, en esta situación donde no se tiene certeza del fin de la pandemia Covid-19.