SAN JUAN, Puerto Rico.- Las obras del artista plastic dominicano Bladimir Diaz Mejía son de mucho movimiento caribeño y muestra alegre, siempre van en una dirección de búsqueda, creando atmosfera de crecimiento y positivismo, al tiempo que juega con el colorido y textura en sus diferentes medios.
Con más de 30 años en el arte, y la alegria que le caracteriza, nos cuenta que pintar es un proceso creative, en donde se mezclan muchos elementos importantes a la hora de crear una obra.
“No se trata de pintar por pintar, hay que estar con esa conexión entre el artista y su musa, que es lo que permite la plenitude, el desarrollo creativo”, expresó.
Con gran satisfación nos dice que siempre llegan imágines, sueños, que lo hacen estar constantemente en un estado de pura creación.
Díaz Mejía nació en la República Dominicana en 1964 y se desarrolló como artista plástico en Bonao.
Siendo muy joven, estudió dibujo arquitectónico con German Mejía y en el Instituto Gregg, de Santo Domingo. Ingresó a la Universidad Central del Este (UCE), donde estudió arquitectura, continuando luego en la Universidad Dominicana O&M., después de varios semestres decidió dedicarse por completo a la pintura.
Se dió a conocer por la forma de pintar las “Mujeres Morenas con Pamelas”, en el 1984 realizó su primera exposición individual en el Casino del Yuna, en Bonao, participó en talleres y actividades relacionadas con la pintura. Sus obras formaron parte de exposiciones colectivas de aquellos años.
A principio de la década del 90, se traslada a la cuidad de New York, donde permaneció algunos años, trabajando diseños en cristales, luego ingresó a “The New York Art Student League”, a estudiar dibujo.
Con alegria y nostalgia, recuerda a su padre dibujando, pintando y cantando en las década de los 70,elrealata que no entendíatodo lo que ocurría asu alrededor, “Eraalgo raro que pasaba en la casa, veía a los padres de mis amigos que eran todos iguales y hacían las mismas cosas, sin embargo notaba a mi padre muy diferente en su estilo de vida, no comprendía que era artista, mi padre era profesor de pintura en Bonao, y ahí comencé mis primeros contactos con el arte, en aquellos años, hacíamos los bastidores y preparábamos con tela de saco de harina, los cuales almidonábamos, en la sala de mi casa siempre hubo en una mesa de dibujo, veía aquellos potes pequeños de tinta china, esos nunca faltaban,yo me despertaba y me sentaba en la mesa a pintar con la tinta, era un desorden el que hacía, la casa llena de cuadros y de personas”, relata Diaz.