MADRID.- Dos palabras definen a la chef dominicana María Marte: sonrisa y trabajo. Van unidas desde que llegó a España en 2003 “a por un sueño” cumplido con creces, tras empezar limpiando la cocina del selecto Club Allard, que hoy dirige.
Dos estrellas Michelín y una historia profesional que parece un cuento de hadas, aunque no lo es: “Detrás de esto hay mucha lucha, mucho trabajo, no es un cuento”, rectifica la chef.
Como tantos inmigrantes, María Marte dejó Jarabacoa, ciudad de las montañas de República Dominicana rodeada de cascadas y ríos, para subirse a un avión “buscando visa para un sueño, como dice mi compatriota Juan Luis” (Guerra, ndlr).
Con 27 años, María Marte dejaba a sus mellizos y llegaba a España para estar más cerca de su primogénito de 8 años de edad, instalado con su padre.
Aterrizó directamente en las tareas de limpieza del ya selecto Club Allard.
Ahí, Marte, hija del dueño de un local de comidas y de una pastelera, con auténtica pasión por la cocina —cuenta que jugaba con fogones y no muñecas— comenzó fregando platos.
Hasta que llegó el chivatazo de un compañero aparcacoches que le dijo que quedaba libre una plaza en la cocina. Un primer intento quedó sin respuesta positiva, pero a la segunda le salió.
El entonces chef, Diego Guerrero, aceptó, pero ella tenía que seguir fregando. “Me lo tomé como un reto”, cuenta María Marte, siempre sonriente y tranquila.
“Mi vida era corriendo (…) Empezaba con la chaquetilla de pelar patatas” y ahí encadenaba turnos de cocina y limpieza antes y después de almuerzos y cenas.