Alemania aprueba con buena nota el examen al que le ha sometido el Fondo Monetario Internacional (FMI). El documento que resume la opinión del organismo que dirige Christine Lagarde sobre la situación económica del país apunta muchos claros, pero que también presenta unos cuantos interrogantes. Las dudas del FMI proceden principalmente de la capacidad de la locomotora europea de seguir creciendo a medio plazo. Las recetas que llegan de Washington pasan por que Berlín saque la chequera: el Fondo reclama a Alemania que aumente sus inversiones en sectores como el de las infraestructuras de transporte y la educación.
La exigencia de que Berlín tire del carro europeo aumentando sus inversiones no es nueva. El Gobierno de coalición entre democristianos y socialdemócratas que salió de las últimas elecciones acordó un plan inversor de 23.000 millones de euros para toda la legislatura. Esta cifra, que equivale a invertir cada año cerca del 0,3% de PIB, defraudó a los que esperaban un paquete más ambicioso que ayudara a renovar una red de infraestructuras que en algunas áreas se ha quedado francamente obsoleta y, de paso, contribuyera a impulsar la recuperación económica del continente.
El FMI da ahora buenas noticias: dice que los datos de crecimiento mejoran y anticipa una progresiva normalización de algunos indicadores que mostraban los desequilibrios de la eurozona, como el excesivo superávit comercial de Berlín. “Nuestra previsión de crecimiento del PIB a corto plazo está ganando fuerza, hasta alcanzar el 1,9% este año y el 1,7% el próximo. El actual superávit por cuenta corriente debería empezar a reducirse poco a poco y la inflación crecerá y seguirá por encima de la del resto de la zona euro”, señala el documento.
Pero el organismo con sede en Washington también detecta riesgos del futuro próximo. “El crecimiento a medio plazo se mantendrá limitado por la coyuntura internacional, que aún es muy débil, las incertidumbres sobre el coste futuro de la energía y por la adversa evolución demográfica”, concluye el documento.
Es en este punto en el que el FMI recomienda al Gobierno de Angela Merkel la adopción de políticas que fomenten el crecimiento, y que “apuntalen el papel de la economía alemana como soporte a la estabilidad regional”. Para conseguir este objetivo, el país más pujante de Europa debe fortalecer las fuentes de crecimiento internas. “Impulsar la inversión privada y reducir el superávit por cuenta corriente sería beneficioso tanto para Alemania como para todo la zona euro”, aseguran los técnicos del Fondo, que además detectan margen de maniobra para impulsar la inversión pública en proyectos con especial valor económico “especialmente en infraestructuras de transporte y educación”. La Comisión Europea ya avisó en noviembre del año pasado a Alemania de que sus desequilibrios económicos obstaculizaban la salida de la crisis de la eurozona.