Después de una reciente visita al Salto Jimenoa en el municipio de Jarabacoa, La Vega, estamos convencidos que al menos la naturaleza o el creador, nos otorgó una buena tajada de lo que siempre se ha dicho es el paraíso.
Mas ese pedazo de Paraíso pareciera que ni lo cuidamos lo suficiente y además nos lo quieren mutilar a como dé lugar.
Para evitar eso, los dominicanos deberíamos prepararnos, como aparentemente lo hemos hecho con Loma Miranda, porque que no le quepa ninguna duda a ningún ciudadano que los intereses financieros internacionales, no van a descansar hasta explotar no importa cómo, o a cuantos intereses tengan que enfrentar, toda loma, bosque o río dominicano o de cualquier parte del mundo donde haya algún mineral que genere recursos para su insaciable apetito.
No van a parar, por lo tanto tampoco los dominicanos que deseamos preservar para las futuras generaciones nuestros recursos naturales, deberemos parar.
Caminando hacia lo que es el salto en sí, por los puentecitos colgantes, observamos descuidos injustificables, porque ese lugar al que han denominado Monumento Natural no tenga las barandillas en buenas condiciones y que al menos no se construyan otros puentecitos paralelos de modo que quienes van o regresan del salto no tengan que esperar a que pase un grupo, supuestamente de cinco en cinco, o que algún ocioso jovencito dominicano, no quiera hacerle pasar un mal rato a alguna señora o persona mayor zarandeándole los puentecitos a su paso, como observamos que ocurre mas de pensable. Se cobran 50 pesos por cada persona y en un día no festivo allí acuden casi un centenar de visitantes.
Otro detalle muy importante, aunque todos los observamos, es como de esa montaña, en la que se observan las huellas depredadoras de la mano del hombre, nacen aun innumerables manantiales, con lo que se puede comprobar que las montañas son minas de ríos y arroyuelos.
Nadie se queda indiferente ante ese espectáculo de ver brotar agua fresca y pura desde las mismas entrañas de las montañas, sin que tenga que intervenir para nada la mano del hombre, por lo que tampoco nadie puede privar a las futuras generaciones de ser también espectadores.
No obstante, si como se dice en los corrillos dominicanos, hay planes ya aprobados para la exploración de todas las montañas de la isla Española, incluyendo las del vecino Haití, podemos esperar más intensos y decisivos enfrentamientos con los intereses que hay de parte de quienes solo les importa ganar y ganar sin prever y por supuesto tampoco importarles las consecuencias medioambientales para países económica o políticamente tan insignificantes como la República Dominicana.
No hay países de repuestos que se puedan comprar en alguna cadena de tiendas por eso lo que hoy es la República Dominicana, como lo diría todo hijo agradecidos de cualquier país del mundo, tenemos que preservarla a como dé lugar, porque ahí están nuestras raíces y es nuestra responsabilidad cuidarla por encima de cualquier interés particular, político o geopolítico-económico.