Por Félix Santana García
Debido al recrudecimiento de los últimos hechos delictivos, robos, asaltos a mano armada, crímenes, homicidios, la población dominicana manifiesta asombro, temor, frustración y problemas psicológicos lo que le ha llevado al ciudadano a guarecerse a muy tempranas horas de las noches en sus hogares producto de la inseguridad que se siente al no saberse si sería la próxima víctima.
El panorama lúgubre que siente y se percibe la población al alcanzar niveles de desesperación y pavor, ha llevado a las autoridades nacionales a la necesidad de poner en acción un plan contra estos hechos alarmantes que con estrategias fallidas en épocas anteriores debido a la inconstancia del plan antidelincuencial los malhechores han vuelto por sus fueros sin importar las consecuencias de sus actos.
Como corolario el país vive una situación delicada ya que hasta zonas turísticas se han visto amenazadas por tan horribles hechos de muerte, robos y otros hechos reñidos con la ley, tal el caso de la muerte de un joven extranjero solo porque se resistió a entregar su celular sus verdugos decidieron quitarle la vida.
Estos hechos obligaron a las autoridades del país encabezadas por el presidente de la nación dominicana a reunirse con los organismos de seguridad del Estado para orquestar nuevas acciones contra este delicado flagelo.
Como respuesta a tales hechos las autoridades decidieron enviar a las calles contingentes policiaco-militares de manera combinadas tal como lo han hecho en ocasiones similares, pero para ello se tendrá que disponer de más recursos financieros a los fines de mantener a policías y militares en guardia en los distintos sectores principalmente de la capital de la República.
No es con dos ni tres centavos que hombres y mujeres de las fuerzas de seguridad se mantendrán en las vías públicas ya que esto implica erogar fuertes sumas de dinero para su sustento.
Lo chocante es que se hable de formular un presupuesto complementario para dar respuesta a mantener en las calles a policías y militares, los cuales requieren de comida, gasolina, pertrechos militares y la movilización de hombres y mujeres que se encontraban prestando otros servicios para poder hacer frente a los hechos delincuenciales.
Se dice asombro por el hecho de que se supone que las autoridades deben consignar fondos suficientes en el momento de la aprobación del Presupuesto General del Estado para garantizar la seguridad del pueblo y sus instituciones sea por catástrofes naturales o hechos que rayan la tranquilidad y sosiego de la ciudadanía.
Pero lo grande y chocante es que se formule un presupuesto complementario para disponer de más fondos para supuestamente mantener el plan de seguridad que en otras épocas no ha surtido los efectos para lo cual se ha creado.
Pero lo más crítico es que se sacrifiquen objetivos y metas de ministerios de tanta importancia como el de salud, educación, obras públicas, viviendas, entre otros, al enviar al congreso nacional la solicitud de transferencias de fondos de un capítulo a otro a pesar de las consecuencias que ésto podría acarear al país al dejar proyectos, planes y programas sin ejecutar solo por la falta de previsión en el momento de formular el Presupuesto General del Estado o el simple hecho de utilizar dichos fondos para nominas parasitarias.
Según cifras preliminares de la Dirección General de Presupuesto (Digepres) el Presupuesto General del Estado registró en los primeros tres meses del año un superavit, es decir, un sobrante de fondos ascendente a RD$66,457.1 millones.
De ser así el gobierno dominicano podría hacer uso de dicho sobrante para hacer frente a la delincuencia y criminalidad que se ha desatado en el país sin necesidad de sacrifica los presupuestos de las instituciones anteriormente mencionadas.
Es de rigor que en el sexto o séptimo mes de cada año la Dirección General de Presupuesto realiza una evaluación de medio tiempo al presupuesto del Estado a los fines de conocer el comportamiento que van observando las distintas instituciones en cuanto a la ejecución de sus presupuestos y en caso de que se determine que para fines de año quedarán ociosos fondos previamente consignados se redistribuirán entre otros capítulos que así los requieran.
Lo anterior es un procedimiento normal de cada año pero de que se soliciten transferencias de fondos de un capítulo a otro o de un ministerio a otro a sabiendas de que muchas de sus metas y objetivos no se han cumplido es hacerle un gran daño a las personas o sectores que se beneficiarían de tales ejecutorias.
Nadie se opone de que se refuerce la seguridad de la ciudadanía y sus instituciones pero sin dejar de atender importantes planes de salud, educación y obras de interés general solo porque no se tomaron las previsiones de lugar durante la formulación del presupuesto.
Es cierto que la seguridad de la población es vital y para ello al pueblo se le hace pagar impuestos directos e indirectos, recaudaciones que deben ser administradas con eficiencia y efectividad para evitar los sobresaltos de necesidades imperiosas que periódicamente se registran en la vida cotidiana de los dominicanos.
Es costumbre que las autoridades de turno colocan candados cuando los hechos se han consumado, por eso es frecuente ver que obras físicas de importancia son descuidadas y se han deteriorado por falta de mantenimiento por falta de previsión y consignación de fondos que se requieren para su preservación en el tiempo.
Es por ello que al país le salen más costosas muchas de sus obras debido a la falta de previsiones y de utilizar los fondos de mantenimiento que originalmente se consignaron para su mantenimiento.
Las autoridades se caracterizan muchas veces por su falta de planificación y como se sabe el éxito de cualquier acción es el resultado de una buena disciplina u organización de las acciones que han de llevarse a cabo.
No hay per se una oposición lógica de que se elabore un presupuesto complementario como todos los años para los meses de junio y julio pero que sea el producto de una redistribución de fondos consignados que real y efectivamente hayan sobrados o no se vayan a ejecutar o a aplicar en proyectos, planes y programas sea por la sobreasignación o por una mala asignación de fondos.
Hay proyectos, planes y programas que se han retrasado en su ejecutoria por falta de capacidad administrativa y se ha percibido que los fondos que les fueron consignados han quedado ociosos cuando en realidad es el producto de la falta de la eficiencia y efectividad que se requiere en un proyecto, plan o programa para llevarlo a feliz de termino.
Cuidado con los fondos que se van a reprogramar a través del presupuesto complementario que muchas veces los mismos tienen un destino inconfesable o distinto para el cual se pidió transferencias de recursos.
Muchas veces se habla de presupuesto superavitario pero lo que realmente lo que ha habido es el retraso de las obras para las cuales se consignó recursos o se han retrasado sus desembolsos hasta el comienzo de un nuevo ejercicio presupuestario, utilizando la famosa contabilidad creativa, a los fines de ocultar los verdaderos gastos y así lograr superavit o en algunos casos equilibrio presupuestal.
También hay retraso en los proyectos al no cumplirse con la contrapartida local de fondos en el caso de proyectos con financiamiento externo lo cual genera un superavit ficticio en el presupuesto.
Que se formule el presupuesto complementario pero que los fondos a ser transferidos de un capítulo a otro sean el resultado de una verdadera justificación y que si en verdad hubo superavit en los primeros meses del año que se haga uso de dichos fondos sobrantes para fortalecer la seguridad de la ciudadanía.
Lo anterior sin menoscabo de otras acciones que espera la ciudadanía que se realicen que por falta de una buena planificación se dejaron de asignar los fondos correspondientes,
La seguridad ciudadana es un renglón de gran importancia para la nación dominicana como lo deben de hacer todos los países con el compromiso de mejorar el bienestar y tranquilidad de su pueblo lo que le garantiza mayor crecimiento y desarrollo económico y social.