Las políticas proteccionistas y anti-inmigración que se manifiestan en el Brexit y la elección de Donald Trump están basadas en la idea de que el comercio internacional en condiciones “desiguales” es malo.
Esto no es verdad, aunque no es fácil de digerir.
Paul Krugman, premio nobel de economía por sus trabajos relacionados con el comercio exterior señala que entender esto es muy difícil hasta para los economistas.
Es correcto que todos los dominicanos estemos en contra de todo el mundo cuando juegan las Reinas del Caribe, nuestro equipo nacional de Voley-ball. Si ganan, ganamos todos.
No es así con los productos. Prefiero un producto barato y bueno hecho en Corea que uno caro y malo hecho en mi país. Por eso es bueno el desmonte arancelario.
Digamos que estaría feliz si se vuelven locos los italianos y subsidian un 90% de los Ferrari. Un “dumping” muy agradable para mi bolsillo.
Pero políticamente la idea se vende muy bien. Y no es raro que haya sido en Reino Unido y en Estados Unidos donde se haya canalizado el descontento a través de las urnas hasta el Brexit y Trump. Es una idea equivocada apoyada en estadísticas correctas.
Entre los desarrollados, los Estados Unidos son el país donde las exportaciones contribuyen menos al PIB (9.1%). Esto en una economía que representa el 22% del PIB mundial (la más grande del planeta).
La diferencia es grande con la Unión Europea (sin Reino Unido), donde las exportaciones representan el 33% del PIB. UE aporta el 20% del PIB mundial.
También es grande la diferencia entre la Unión Europea y el Reino Unido donde las exportaciones contribuyen en un 17% al PIB (en una economía que equivale al 4% del PIB mundial).
Las exportaciones de México son el 32% de su PIB y las de Canadá, 23%. De ahí el ataque electoralmente exitoso al NAFTA por parte de Trump.
Y en China, las exportaciones representan el 26%, en una economía que representa el 12% del PIB mundial.
Concluyo reiterando que en cualquier condición, el comercio internacional es bueno.
Por: José Luis de Ramón
Socio Director