Por Félix Santana García
A medida que un país se endeuda la mayor parte de las veces para cubrir déficits fiscales y de balanza de pagos se recurre a las alternativas de cobrar más impuestos, emitir dinero inorgánico, con efectos inflacionarios, y concertar nuevos préstamos, los cuales tienden a convertirse en nuevos impuestos para honrar el servicio de la deuda.
Sin lugar a dudas el endeudamiento trae consigo externalidades o efectos colaterales como la necesidad de imponer más impuestos para su pago e incurrir en costos financieros altos, muchas veces onerosos.
El hecho de no tener un proyecto, programa y plan específico en los cuales invertir los recursos adeudados con el propósito de alcanzar rendimientos financieros y sociales se estaría comprometiendo al país en propósitos malsanos o con el fin de beneficiar intereses particulares dejando a un lado, obviamente, el interés común, tal el caso de destinar los préstamos en actividades políticas para favorecer un partido y su candidato.
Muchas veces se endeuda un país por el mero hecho de construir hasta un retrete o para construir un simple pozo séptico cuando lo ideal es que se privilegie el ahorro interno que en los últimos años ha estado ausente en las finanzas públicas dominicanas a los fines de construir esas pequeñas obras que su costo de construcción se encuentra muy por debajo del costo de capital adeudado que incluye: pagos por comisión de compromiso, interés, comisión, supervisión y vigilancia y consignación de contrapartida.
Se sabe que cuando el Estado puede en caso de actuar favoreciendo el bien común, la ganancia social supera la ganancia privada. La ganancia puede ser cero o incluso negativa, pero aun la ganancia social sigue siendo positiva.
En tal caso, el Estado debería proporcionar ese bien, aunque no pueda ganar dinero con ello, la sociedad gana, y con ella el Estado. La ganancia social de que todos sepan leer y escribir o de que todos tengan condiciones razonables de salud, es muy elevada.
También en el caso donde el Estado puede colaborar convirtiéndose en un facilitador para que el sector privado genere riquezas, se convierte en un distribuidor del ingreso y en un luchador contra la pobreza.
Otra forma de intervención del Estado mediante nuevos empréstitos y recursos recaudados mediante una honrada o pulcra administración tributaria interviniendo ciertas áreas privadas para hacerlas más eficientes a favor de los más vulnerables.
Cuando el gobierno gasta más de lo que recauda, se dice que existe un déficit gubernamental. Este déficit a diferencia de los déficits privados, no es necesariamente malo.
Entonces si el gobierno tuviera un superavit, significaría que tiene ingresos mayores que sus gastos. Esto significa que el dinero que extrajo de la economía vía impuestos, no ha regresado, está guardado en algún lado y no es útil para el país. Si regresa financiando inversión, sería útil.
Sin embargo, el déficit tampoco es bueno pues el dinero que le falta al gobierno debe obtenerlo de algún lado: se lo ha prestado alguien o lo ha imprimido.
Cualquiera de estas fuentes de ingresos adicionales puede generar inflación. La impresión de dinero es la más inflacionaria de todas, pero la deuda externa o interna genera también presiones inflacionarias. El déficit permanentemente del gobierno termina por generar inflación.
La República Dominicana y el resto del mundo viven en la actualidad momentos sumamente difíciles por causa de la pandemia Covid-19 la que ha traído una terrible crisis de sanidad y con ella crisis económica y financiera.
Lo anterior ha llevado a la mayor parte de los países a decretar estados de emergencia, toques de queda, distanciamiento y confinamiento provocando la parálisis de las actividades productivas, comerciales y de servicios y por ende originando paros de los trabajadores y como consecuencia baja demanda y oferta.
Lo anterior, en el caso de la nación dominicana, ha llevado a las autoridades a recurrir a los préstamos externos e internos para paliar la caída de las fuentes de ingresos internos por concepto de impuestos y aranceles obligando al gobierno a endeudarse por encima de los limites aprobados por el Fondo Monetario Internacional y otros organismos, los cuales establecen como normal un endeudamiento de no más de un 30% en relación al PIB.
Pero debido al mal manejo financiero y la crisis sanitaria que hoy vive el país se estima el endeudamiento del país en más 53% del PIB con un alto riesgo-país que conforme el índice Emergin Markerts Bonds Index (Embi) se coloca al 21 de mayo del 2020 en 585 puntos, haciendo más costoso endeudarse a través de bonos o deuda ya que los inversionistas ante una alta calificación de riesgo requieren de mayor rendimiento y de mayor prima de riesgo.
En ese sentido la República Dominicana ocupa la sexta posición después de: Ecuador, Argentina, Salvador, Costa Rica y Bolivia como uno de los países de más alto riesgo-país, con una calificación de deuda soberana de BB- o el grado especulativo más bajo o capacidad mínima de pago.
Las deudas tarde o temprano tienen que honrarse y en caso de no pagarse aumenta el riesgo-país lo que traería menos posibilidades de que ingresen capitales frescos a través de nuevas deudas emitidas y nuevos financiamientos bancarios.
Se escucha que todo se vale en tiempo de crisis, las leyes no se cumplen, las disposiciones se relajan, los compromisos financieros se condonan y se posponen, pero hay que pagar para tener el crédito abierto.
No hay prestamista cauto que preste a un prestatario dinero sobre dinero o a personas o países que no honren sus compromisos financieros al día.
¿Estaría la República Dominicana al borde de no poder cumplir sus compromisos financieros ante inversores, bancos privados nacionales e internacionales y gobiernos amigos? ¿Hasta dónde el país tendrá capacidad de endeudarse por encima del 53% del PIB cuando solo hoy tiene disponibilidad para hacer frente a sus gastos operacionales en un 40%?
Hoy la nación dominicana debe más de US$48,208.5 millones de forma consolidada con tendencia de seguir aumentando el endeudamiento a aun más debido a que los ingresos internos siguen en caída libre ya que hasta ahora la pandemia no tiene posibilidad de ser controlada si no se desarrolla un buen antídoto a tiempo.
¿Caería el país en default o en incumplimiento de sus obligaciones financieras? ¿Tendría el país que hacer tal como hoy hace Argentina de llamar a los inversores de manera online o presencial para renegociar sus compromisos de deudas? Son muchas las preguntas que esperan respuestas y una de esas respuestas es que de seguir el país endeudándose tan rápido como va, pronto caerá en default.
Las autoridades del PRM tendrán a partir del 16 de agosto del presente año 2020 el reto titánico de organizar y administrar eficientemente las finanzas dominicanas mediante la eliminación del dispendio, la corrupción, los gastos superfluos y el clientelismo político.
Y de esta forma aumentar y distribuir sanamente los exiguos ingresos y alejar las amenazas de conducir al país al incumplimiento financiero o default y con ello mantener el prestigio de una nación eficiente y efectiva ante la comunidad financiera internacional.