Por: Fabricio Geraldino Ballester, M.A. [email protected] Abogado Senior, IUS BUSINESS GROUP Especialista en derecho corporativo, Relaciones internacionales Emprendedurismo, Permisología, Clima de Negocios.
Para «El Mundo de los Negocios«, «Energía, Industria, Comercio & MIneria«, asi como demas Multimedios de The Ballester Business Group
Desde hace varias décadas, el principal soporte económico de la Repùblica Dominicana han sido los servicios, especialmente el turismo. Renglones como el agropecuario y el industrial siguen teniendo mucho impacto, pero poco a poco ha ido perdiendo espacio.
La irrupción de la economía de servicios no ha sido el único motivo por el que el sector industrial se ha ido debilitando. Segùn estadìsticas del Banco Central, el sector industrial tiene màs de 26 años consecutivos creciendo, sin embargo no lo ha hecho con la misma contundencia que el sector servicios. Para tratar de paliar esta situación el Estado Dominicano ha implementado diversos mecanismos para incentivar la producción nacional (leyes de incentivos, programas de capacitación, entre otros). Hoy màs que nunca se está capacitando a todos los componentes del sector industrial. Entidades como el Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes están implementando múltiples programas tendentes a mejorar las variables del sector manufacturero. Sin embargo hay factores externos a las industrias que hacen muy cuesta arriba lograr mejores niveles de competitividad.
Uno de esos factores externos a las industrias es lo relacionado a los costos fijos, tal como es el precio de la energía eléctrica. Este es uno de los principales problemas que tiene el sector. Hay otros como el del poco nivel de innovación, poca tecnificación del personal, entre otros. Todos estos aspectos han sido debatidos y estudiados. Aunque estamos lejos de tener soluciones al respecto, pero se puede decir que se han dado pasos para sus soluciones. Sin embargo hay uno de esos problemas que desde nuestro punto de vista no se le está poniendo la atención debida.
Desde hace varios años Repùblica Dominicana está replicando una actividad que se ha venido dando en varios países de todo el globo terraqueo. Nos referimos a la aparición de las marcas blancas por parte de grandes centros logìsticos tales como supermercados. Muchos de estos centros se han dedicado a maquilar o a contratar la maquilaciòn productos de producción nacional
En una vista proco profunda del tema, pudiésemos entender que esta actividad es sumamente beneficiosa para los consumidores. Esto asì porque debido a la capacidad de compra y almacenamiento de estos centros logìsticos, asì como el hecho de que no tienen que invertir en la creación o fortalecimiento de canales de distribución, estos productos le salen màs baratos a los consumidores. Sin embargo esto le genera un daño extraordinario a múltiples sectores productivos.
Tomando en consideración la poca capacidad de compras grandes que puede hacer el sector productivo (96% de empresas son micros, pequeñas o medianas), el hecho de necesariamente tener costos fijos altos, y ahora el hecho de tener que competir en condiciones desiguales con estos grandes centros logìsticos, a hecho que en este momento muchas empresas se estèn viendo en una situación sumamente apremiante.
La constitución dominicana establece como uno de sus principios la libertad de empresa. En consecuencia no se puede evitar que empresas como tiendas grandes, tiendas online, supermercados, almacenes, etc, se dediquen a la generación de marcas blancas. Èn Repùblica Dominicana, a diferencia de otros países no tenemos una Ley de Regulación de Mercado, que de manera expresa identifique esta situación. Lo que si entiendo es que entidades como Pro-Competencia pudiesen provocar una investigación de oficio, a fin de ver el impacto económico que esto produce en el sector manufacturero, y a la vez establecer las sanciones y correctivos correspondientes.
En una próxima entrega revisaremos legislaciones extranjeras y jurisprudencia variopinta en relación a este tema.