Las remesas, lo que M. Gomez-Pieterz llamó “exportaciones de nostalgia” son muy importantes para las economías de América Latina. En algunos países estas representan un monto muy pequeño del PIB; para otras economías, como es el caso de RD, las remesas son fundamentales y sostienen la economía. Somos países “remesas-dependientes”.
En América Latina, excluyendo países dentro de la categoría de alto ingreso (aquellos que tienen un ingreso per cápita mayor a $12,476) (Chile, Uruguay) las remesas han pasado de constituir el 0.96% del PIB en 2000 a 1.67% en 2016, un incremento muy sustancial.
En términos absolutos, el crecimiento también ha sido mucho: de US$19,640 MM en 2000 a US$73,115 MM en 2016. Este crecimiento está dominado por México que representa el 40% del aumento total en remesas en el grupo de países seleccionados. México, Guatemala y República Dominicana explican el 60% del aumento.
Las remesas a República Dominicana han representado consistentemente más del 7% del PIB, durante el período 2000-2016. En la región, la participación de las remesas como porcentaje del PIB ha aumentado.
En México las remesas han pasado de 1.10% del PIB en 2000 a 2.74% en 2016. En Jamaica de 9.83% en el 2000 a 17.35% en 2016, en Honduras, han pasado de 6.68% del PIB en 2000 a 17.87% en 2016. Haití ha experimentado el mismo fenómeno pasando de 14.62% en 2000 a 28.27% en 2016.
Cada país es diferente, está pasando por diferentes etapas del proceso migratorio y sus PIB tienen comportamientos desiguales por razones poco relacionadas con la disponibilidad de remesas. Las fuentes de remesas, licitas o ilícitas, también son diferentes a través de los países.
De año 2000 al 2016 el monto de remesas recibido por el país pasó de US$1,839 MM a US$5,509 MM, una tasa de crecimiento de 7.1% anual. Aunque alta, esta tasa de crecimiento es menor que la que promedia América Latina y menor que la que han presentado los demás países que son “remesas-dependientes”.
Las remesas son tan importantes para la economía que deberíamos tener una política consciente de promoción para la recepción de capitales de nuestros compatriotas en el extranjero, con medidas no sólo económicas, diplomáticas o culturales. Honrar nuestra diáspora por su sacrificio y aportes es muy justo. Además, de ella sacamos nuestras medallas olímpicas de oro y nuestros premios Pulitzer de literatura.