Por Félix Santana García
Es mucho lo que se analiza, opina y sugiere sobre los niveles de ingresos que se deben gestionar a los fines de cubrir las necesidades insatisfechas de un país, una institución, familia o individuo, pues sin dinero no es posible planear los gastos ineludibles que han de hacer realidad los objetivos y metas de los programas establecidos.
Los ingresos del Presupuesto General están constituidos por los ingresos de la Nación y por los recursos propios de los establecimientos públicos nacionales. Entre estos ingresos se señalan los corrientes por concepto de impuestos, tasas, multas y contribuciones, siempre que no sean ocasionales, entre ellos los tributarios (directos e indirectos), no tributarios y fondos especiales.
Es importante lograr los niveles de ingresos previamente estimados los cuales se pronostican siguiendo el método de lo percibido a los fines de poder contar con recursos que hayan ingresado al erario para sí poder estimar las aplicaciones que se harán para cubrir los gastos operacionales y financieros (caja y capital) y no sobre supuestos irreales.
La contraparte de los ingresos son los gastos públicos los cuales son erogaciones que se estiman en función de los ingresos a percibirse. No es lógico realizar pronósticos de gastos si no se cuentan con los posibles ingresos que han de obtenerse. Estos gastos pueden ser corrientes y de capital.
Cuando los gastos superan los ingresos públicos se genera un faltante o déficit de recursos. Cuando el resultado arroja un balance efectuado al termino de un ejercicio, que se caracteriza por la existencia de un saldo correspondiente a pagos corrientes, que no alcanzaron a ser cubiertos por los ingresos corrientes de un ejercicio o periodo determinado surgiendo el déficit corriente en lo inverso si el balance arroja un sobrante de ingresos corrientes luego de ser cubiertos los pagos corrientes del ejercicio o ahorro corriente.
Cuando no se logra un superávit primario surge el pánico o riesgo ya que con el nivel de ingresos corrientes no basta para cubrir los gastos corrientes sin incluir los intereses, lo que es un claro indicio de que hay que recurrir a nuevos financiamientos para hacerle frente a los demás gastos públicos incluyendo las aplicaciones financieras o amortizaciones.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) recientemente informo que América Latina ahorra poco y mal, tan solo un 18% de su Producto Interno Bruto lo que indica que el déficit fiscal penaliza el ahorro y por lo tanto la inversión interna.
Conforme el informe de la Dirección General de Presupuesto (DIGEPRES) correspondiente al primer trimestre del año en curso los ingresos del gobierno registraron una caída de un 3.4% del Producto Bruto Interno (PBI) por debajo de lo estimado.
El gasto corriente del Gobierno Dominicano fue de RD$121,252 millones, un aumentó de 2.8%, condicionado por el consumo que se elevó un 12.2% y el pago de intereses de la deuda subió un 13.5%.
Los montos dejados de percibir por ITBIS ascendieron a RD$3,443.3 millones, por impuestos sobre la renta de personas físicas RD$425.8 millones, por impuestos al tabaco RD$214.95 millones, por contribuciones sociales RD$212.9, por los ingresos de la Cuenta Única del Tesoro RD$137.4 millones.
El informe de la DIGEPRES da cuenta que los gastos en los que incurrió el gobierno en los tres primeros meses del año alcanzaron un monto de RD$149,126.4 millones equivalentes a un 91.6% del presupuesto aprobado.
En los últimos cuatro meses ya transcurridos del presente año, de manera preliminar, se registra un déficit fiscal de más de RD$20,000 millones lo que podría generar un mayor faltante de recursos financieros a final del 2017 por encima del déficit estimado de 2.3% del PIB.
Lo anterior obedecería a un aumento de los gastos financieros y los gastos corrientes ya que a medida que se acerca el final de año los gastos tienden a ser mayores dado el incremento de los compromisos.
De no tomarse las medidas correspondientes y no ajustarse los gastos públicos en función de los niveles de ingresos se estaría llevando al país a un mayor endeudamiento lo que obligaría a no hablarse de sostenibilidad fiscal o de que el monto de la deuda es manejable.
Definitivamente la situación sigue siendo preocupante desde el punto de vista de la política fiscal que en la actualidad aplica las actuales autoridades. Aunque se comenta que las políticas fiscal y monetaria se encuentran en equilibrio se sabe que más esfuerzo se ha hecho desde la política monetaria para evitar desequilibrio macroeconómico.
El gobierno no quiere asumir el costo político que supondría una nueva reforma tributaria y mucho menos enfrentar una posible reforma fiscal que tome en cuenta un aumento de los impuestos y un control estricto o mejoría de la calidad de los gastos públicos. Entonces solo resta esperar. ¿Qué hará el Gobierno Dominicano en lo que resta de año 2017?