Nueva York, EEUU.- El libro “Undocumented, a dominican boy´s odyssey from a homeless shelter to the Ivy League, Dan-el Padilla Peralta”, Indocumentado, la odisea de un muchacho dominicano desde un refugio de desamparados a la Liga Ivy”, relata la vida tormentosa del estudiante Dan-el Padilla Peralta, quien después de vivir en dos refugios para desamparados en Nueva York, logró llegar a la Universidad de Princenton, siendo indocumentado y convirtiéndose en un modelo de excelencia académica.
El todavía espera la residencia americana después de casarse con una tyrabajadora social estadounidense en New Jersey.
La historia relata que Padilla, vivía en el refugio situado en el Barrio Chino de Nueva York y enfrentando todas las vicisitudes y obstáculos, que logró vencer para ser aceptado en tres de las mejores universidades de los Estados Unidos, pero escogió la de Princeton en New Jersey.
Todavía es un extranjero ilegal, latino y negro, pero esas características no han sido escollos para superarse y lograr los más importantes reconocimientos académicos en su universidad.
El libro cuenta que Padilla Peralta, fue atraído por las historias de las grandes civilizaciones desde los 8 años de edad. Llegó a Estados Unidos con su madre embarazada de su hermano Yando y su papá, quien nació en Nueva York. Sus padres fueron admitidos con una visa médica en 1989 debido a diabetes crónica.
Pero su padre frustrado, por no lograr lo que pensó que conseguiría en Estados Unidos, regresó a la República Dominicana. Padilla Peralta se quedó en Nueva York con su mamá María Elena Peralta, porque ella decidió que sus hijos se educarían en Norteamérica.
Un día de verano, fueron desalojados por no poder pagar la renta y tuvieron que irse al refugio. Los tres sobrevivían con la ayuda que el gobierno le daba a Yando, por ser ciudadano de Estados Unidos.
Padilla Peralta, comenzó a convertirse en un erudito de los autores clásicos de la historia universal y leía textos sobre la antigua Grecia y Roma.
Del refugio en el Barrio Chino, fueron enviados a otro en Brooklyn y la madre lo inscribió en un programa de artes. El profesor Jeff Cowen, le dijo a la mamá que Padilla Peralta, sobrepasaba el coeficiente de inteligencia para un niño de su edad.
La familia se mudó luego al Este de Harlem, donde el muchacho entró a una escuela y comenzó a sobresalir, lejos de las escenas de adictos al crack y narcotraficantes que infectaban las esquinas, los edificios y las aceras.
Se le aceptó como monaguillo en la iglesia Resurrección y otros adolescentes se reían en su cara. El párroco, conocido como el padre Michael, le dijo que no hiciera caso, porque los celos y la envidia de otros, lo perseguirían.
Definió gusto por el naciente rap de la época, pero su madre le prohibió “oír música de tigres”.
Luego de graduarse con honores en la secundaria de Harlem, fue becado, pero como es ilegal, no calificaba para que el estado o el gobierno federal cubrieran los costos. Logró un subsidio para comprar los libros que necesitaba a través de la Liga Ivy.
Ganó el Premio de Honor por rendimiento excepcional en la escuela, pero nadie podía contratarlo para un trabajo por ser indocumentado.
Lo aceptaron en Oxford en Inglaterra, pero si accedía, enfrentaba una sanción de 10 años para regresar a Estados Unidos. Un abogado especialista en inmigración sometió una petición de residencia por logro excepcional, después que el estudiante hizo pública su historia en el Wall Street Journal.
Llegó a Princeton en el 2006, donde fue laureado con honores como “salutatorian”. Bill Clinton, quien asistió a la graduación, habló con él y le prometió “ayudarlo” con el problema migratorio.
“He oído hablar de usted, yo y mi esposa vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para ayudarle con su problema”, le prometió Clinton.
Luego, Clinton le envió una nota diciéndole que había hablado con el presidente George W. Bush acerca del caso y se le dijo que se había programado una reunión informativa con el consejero especial del presidente Karl Rove, Hillary Clinton, Charles Rangel y Charles Schummer. Todos hablaron personalmente con Bush, pero aún así, Padilla Peralta, sigue indocumentado.
Luego de los tropiezos, decidió ir a Oxford, consciente de que no podría regresar a Estados Unidos, pero por un golpe de suerte, consiguió una visa por dos años y volvió.
También ingresó en la Universidad de Stanford para hacer una maestría. Allí se casó con Missy, su actual esposa, una trabajadora social de New Jersey que solicitó la residencia del dominicano.
Dijo que todavía está esperando su tarjeta verde, con la esperanza “de que un día, llegará la buena noticia”.
Mientras tanto ofrece conferencias en la Universidad de Columbia, a través de la prestigiosa posición “Mellon Research Fellow”.
El libro sostiene que la historia en su texto sobre Padilla Peralta, está destinada a dar a conocer una cara a los millones de indocumentados, para que conozcan la historia del hijo de ilegales dominicanos, que alcanzó el más alto pináculo de la educación universitaria privilegiada.
Y para los que odian a los indocumentados, el libro termina diciendo “¡Coge esa, Donald Trump!”.