Por: Lic. Félix Santana García
Es costumbre de los gobiernos de turno de la República Dominicana, salvo algunas excepciones, que los pactos que han de llevarse a cabo a los fines de realizar los ajustes estructurales que requiere la economía del país se posterguen y más cuando se trata de pactos, tal el caso relativo a la política fiscal que lleva envuelto medidas consideradas odiosas por la población más necesitada que puedan poner en juego la permanencia de un partido en el poder.
Es preocupante que las reformas estructurales en el orden económico y financiero se pospongan por el mero hecho de que las mismas no favorezcan a una parte mínima de la población cuando se sabe que la situación del país así lo amerite de forma oportuna ya que el hecho de diferirla le hace más mal que bien al desarrollo económico y social de la nación dominicana.
Lo anterior viene al caso por el hecho de que a finales del mes de noviembre del año que discurre el actual ministro de Hacienda de la República Dominicana, manifestó que “la tarea de un pacto fiscal deberá iniciarse en el año 2020 con la transición hacia otro gobierno”.
Y a seguidas agrego: “las actuales autoridades están enfocadas en la mejora de las recaudaciones, en la disminución del fraude, de la elusión y la evasión fiscal”.
Al mismo tiempo considero lo siguiente: “una reforma fiscal es un tema para estudiarse y en su momento tomarse las decisiones que tengan que ver con eso, debido a que ese mandato está contenido en la Estrategia Nacional de Desarrollo (END) y por lo tanto debe postergarse para el año 2020”.
Al mismo tiempo agrego: “la inversión social es de apenas 2.2% del Producto Interno Bruto (PIB) cuando por lo menos debe ser de un 3% del PIB y que esto se logrará cuando la presión tributaria alcance un 18% o 19% del PIB pues con la actual presión es difícil lograr la meta de poder invertir más en la gente”.
Mientras tanto, el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo expresó que: “deben racionalizarse los incentivos fiscales que persiguen el desarrollo de un sector del país tal el caso la zona fronteriza y que un pacto fiscal no debe complacer a todo el mundo”.
Al analizar las anteriores declaraciones se pueden advertir muchas contradicciones con respecto a realizar de manera urgente dicha reforma o pacto fiscal o postergarla para el año 2020 que incluya tanto los ingresos como los gastos públicos.
Si el jefe de las finanzas públicas de la República Dominicana está consciente de que con el nivel de presión tributaria de 13.5% del PIB que impera actualmente y que apenas podrá llegar a un 15.1% para el 2019, ¿por qué entonces no llevar a cabo dicha reforma fiscal lo más pronto posible como lo solicitan distintos sectores e inclusive organismos internacionales y no postergar más lo que tanto requiere la economía dominicana?
Pero una reforma fiscal en la que se revisen tanto los niveles de impuestos como los gastos superfluos, parasitarios o clientelistas que tanto retrasan el desarrollo del país y de paso disminuir al máximo las desviaciones de tantos fondos públicos que hoy se quedan en manos ajenas.
¿No será que de realizarse ahora tal reforma fiscal lesionaría los intereses del gobierno y su partido en el poder ya que se tendría que pactar no solo flexibilizar y simplificar el cobro de las recaudaciones tributarias sino también revisar la duplicidad y escapes de los recursos estatales que tanto necesita el pueblo dominicano y que los mismos no cumple con la llamada calidad del gasto?
De manera que estos temas de tanta importancia para el país deben ser tratados con criterio de responsabilidad, transparencia y nacionalismo con el propósito de que se logren los objetivos y metas propuestos ya que mantener una actitud evasiva ante los grandes desafíos y retos que enfrenta la nación dominicana por el solo hecho de favorecer un solo grupo social que tanto se ha beneficiado del erario de la nación dominicana perjudicando a tantos sectores marginados que claman día a día por servicios públicos que periódicamente financian, no es justo ni equitativo.
Basta ya de tomarle el pelo al pueblo inocente y carente de información y por demás bueno y trabajador. Que se lleve a cabo el tan cacareado pacto fiscal para que más dominicanos se puedan beneficiar de lo que tanto le cuesta y no disfrutan.
Pero de paso que se corrija el famoso barril sin fondo que por más que se recaude dinero siempre será insuficiente ya que hasta que no se organice o se discipline la casa podrá aumentarse la presión tributaria al máximo y nunca se podrá contar con los recursos para hacer frente a tantas necesidades insatisfecha de los dominicanos.
Que se concretice el tan llamado pacto fiscal de forma oportuna y adecuada antes de que sea demasiado tarde pues el endeudamiento del país seguirá en aumento por los déficits gemelos (fiscal y de cuenta corriente) por lo mala gestión administrativa que hoy se gasta la nación dominicana.