Por: Arq. Rodolfo R. Pou
CEO, Quadra Group International
Miami, Florida
Los países tienden a medir sus riquezas en base al Producto Interno Bruto, su capacidad de producción, creación de empleo y sobre todo sus recursos naturales para mencionar algunos factores. En el caso de los dominicanos hay que añadirle el componente “remesa”. Los que vivimos en el exterior y enviamos Dólares o Euros a la República Dominicana indirectamente hemos aportado a la estabilidad de la economía nacional y con ello facilitado planificaciones ambiciosas, no acorde con una nación de ese tamaño e infraestructura fiscal.
No me interesa entrar en la cita de cifras aleatorias o procedencias. Ese no es mi punto de vista en esta ocasión. La razón por lo cual parto de esa realidad es porque veo esa fórmula poco sustentable y un tanto miope e impredecible, llena de factores externos que siempre podrán incidir sobre su realidad. Otras naciones pequeñas o medianas, si se quiere, las PYMES de la economía mundial, dependen más de los recursos naturales para garantizar y proyectar sus patrimonios.
Esa también es una tendencia insostenible y de la cual deben ir alejándose estas naciones e incluida la nuestra por supuesto.
Ver la Patria desde la óptica de la diáspora a veces nos permite distinguir con claridad elementos que a simple y directa vista se reflejan turbios, debido a los tantos y sincopados ruidos que a lo cotidiano emite una población amante de la política y la pelota como la nuestra.
La certeza del pasado dicta que a causa de esos recursos naturales que proveen sus territorios, estas pequeñas y medianas economías nacionales pudieran optar por la eventualidad de una agresión bélica, si otros trataran de usurparlas o en el otro caso, ser víctimas del tráfico, la corrupción y la misma perdida de su soberanía, también serían escenarios que se presentarían en economías que fijan sus realidades alrededor de los recursos naturales que poseen.
Sin embargo, hay otra corriente de pensamiento que prescribe que esos posibles conflictos, cada vez más, serán superados por la vía de acuerdos bilaterales en un gesto de gobernabilidad universal que ve la escasez de esos recursos, como escenarios idóneos para la colaboración, planificación y la buenaventura. Yo por mi parte me inclino a la última de estas opciones y entiendo que ahí está el enfoque de mi punto de vista en este sentido y lo que quiero puntualizar en este artículo.
El Intelecto:
Los indicadores internacionales de la propiedad intelectual extraída de cifras sometidas por el Banco Mundial, la UNESCO y la Organización Mundial de Propiedad intelectual, nos muestran a China, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, encabezando la lista de patentes sometidos y aprobados.
La China presentó casi un millón el año pasado y los más de medio millón que se sometieron en los Estados Unidos, un total de más del 50% de ellas recibieron aprobación. La tendencia de la economía global es patentizar el pensamiento humano como recurso y riqueza.
En lo que la equidad educativa llega y la media intelectual de la nación dominicana muestra los resultados de su inversión, es vital insertar el componente de innovación en las directrices de las políticas públicas y privadas. Imaginamos que la designación del 2019 como el Año de la Innovación, por parte del Presidente Medina partió de este pensamiento.
En un mundo donde las patentes la invención y las plataformas tecnológicas e informativas rigen las riquezas de un país, es importante notar que la nación dominicana debería tomar la delantera e incentivar la creación de una gran fuente de inventores.
La Oficina Nacional de Propiedad Industrial -ONAPI, pudiera ampliar sus esfuerzos, incentivando a los dominicanos que viven en el extranjero a participar en dos aspectos.
El primero sería mediante el sometimiento de aplicaciones a registros de marcas, derechos de autoría o patentes utilitarias, de diseños, tecnológicas, científicas, industriales y biológicas y que antes de hacerlo en los Estados Unidos lo hagan en República Dominicana.
El segundo lo sería mediante la creación de un Fondo de Apoyo, en favor de estudios, laboratorios, encuestas, sondeos, pruebas e investigación, haciendo de ellos, patrocinadores de los descubrimientos y las patentes que surjan de ellas. Es decir, que la diáspora que no tiene capacidad de invención o marca que someter, además podría ser parte importante del desarrollo de la innovación de la nación, creando las bases de sustento para ello. Las inversiones estarían segura, pues funcionarían como una inversión bancaria, que en el mejor de los casos, retribuida con creces, si surgieran patentes valiosas.
Este estímulo adicional, si se efectuara de manera real, haría de la nación tricolor, un atrayente de capital intelectual e inversión, además de emisor de innovación, capaz de incidir en las culturas y las micro y macroeconomías regionales, haciendo de sus inventores, líderes internacionales y nuestro país, uno independiente de las remesas, el turismo y los recursos naturales.
Ese incentivo a registrar en República Dominicana en vez de los Estados Unidos o a invertir en un fondo para fomentarlo, obligaría a nuestras ramas judiciales y fiscales a elevar sus perfiles y estándares al igual que la creciente infraestructura gubernamental y privada, a una de carácter internacional y de primer mundo. Mayores controles y auditorías incentivan la participación y la reducción en corrupción.
Veo a los autores e inventores y curiosos miembros de la diáspora de lo Estados Unidos como los más idóneos, para encabezar ese esfuerzo y orgullo. Y a los empresarios o profesionales pudientes de la diáspora, que no se sentían cómodos invirtiendo en tierras o construcción en República Dominicana, una opción más acorde con sus realidades en Estados Unidos.
No importa lo bien que lo argumentes, la equidad humana tenderá a fijar los capitales territoriales como innatos de la humanidad y no propios y con derecho pleno de la exclusiva área donde se alojan. Eventualmente, el agua fresca, los cruces de vientos, los caudales que conducen al Mar, es algo que compartiremos todos, sin importar su fuente o procedencia. Su valor radicará en un plano altruista.
La real riqueza de las naciones se refleja en la tendencia del mundo y sus economías. En el recurso humano como uno más factible y determinante en la estabilidad y crecimiento de una nación y su ambición fiscal. Ahí esa nuestra real riqueza. En lo ingenioso del dominicano.
Y como respuesta a ello veo al ingenioso miembro de la diáspora, quien con fondos líquidos, servicios, información y capacidad de elaboración, mediante la accesibilidad a producciones confiables y eficientes, como el más valioso candidato a fortalecer esa fuente de riqueza. Las Patentes bien pudieran ser la nueva remesa.