MADRID.- Un dominicano está “dejando huella al andar”, llenando de orgullo y reforzando la fuerte convicción de que somos gente buena, maravillosa y creativa.
Adolfo Nivar llegó a Madrid a finales del año 2000 en la escala de un viaje con destino Milán, Italia, país al que iba motivado por una idea de negocio en el que pretendía improvisar, la de exportar desde Italia cerámica de suelo y grifería.
Sorprendido por todas las posibilidades de trabajo y desarrollo profesional que descubrió en ese entonces en España, los 10 días de estancia que tenía reservados para conocer ese país se han convertido en 13 años.
“Aún conservo como recuerdo los billetes con los que continuaría mi ruta hacia Milán-Italia y el de vuelta a Santo Domingo”, dice Nivar.
Relata que entró al canto casi por casualidad, aunque era algo que siempre le había llamado la atención. Cuenta que, viviendo en Santo Domingo, se enteró por una compañera de clase en la universidad APEC, donde hacía la carrera de Ingeniería Electrónica en Computadoras, que en la universidad se estaba formando un coro.
“Ella me motivó para que hiciera una audición y sin miedo me lancé a ese reto, pero no contaba que para cantar en un coro hacía falta tener como mínimo la voz, afinación, sentido del ritmo y oído musical, algunas de esas cualidades en mí eran nulas, por lo que, efectivamente, fui rechazado y clasificado como se diría coloquialmente, ‘una batata musical”, cuenta.
No obstante, le pidió al director del coro, Miguel Pichardo Vicioso, que le permitiera asistir a los ensayos para escuchar por lo menos cómo se cantaba en un coro y Pichardo Vicioso aceptó.
Cuenta: “Un día el maestro Pichardo me hace una seña para que viniera al frente, me acerqué cabizbajo convencido que era para invitarme a abandonar el salón porque le molestaba; nada que ver, era para anunciarme que podía estar sentado con los demás miembros del coro”.
Ya en Madrid también hizo una audición y lo aceptaron en calidad de oyente, “supongo que para valorar si en realidad me podía identificar en el grupo al tratarse de un coro de música góspel, con el estilo de los tradicionales espirituales góspel afroamericanos, que estaba formado por miembros de iglesias evangélicas pero que no excluían a miembros de ambientes seculares”.
En menos de un mes la directiva le informó que ya formaba parte como miembro oficial del Coro Góspel de Madrid y que cantaría en un concierto que se estaba preparando en esos primeros ensayos de los que él empezaba a participar.
Fue “otro reto que me ha permitido demostrar lo que te comentaba anteriormente, que con determinación, constancia y disciplina se puede alcanzar todos los objetivos que nos planteemos”, expresa Nivar.
El Coro Góspel de Madrid lleva catorce años cantando música del estilo “black gospel” en Madrid y sus alrededores. Sus 70 cantantes son casi todos españoles.
La música góspel -también el jazz, blues, soul y hasta el rock and roll- nace de la tradición de “espirituales negros” una música arraigada en el sufrimiento de generaciones de esclavos africanos que fueron arrancados de su tierra y deportados a los países de América.